De un tiempo hacia aquí me he estado fijando que en la era en que vivimos, la de la tecnología, donde cada vez nos acercamos más a la perfección, lo que está de moda es volver hacia atrás. Se busca la imperfección. Por ejemplo, cuando buscamos un restaurante, preguntamos por locales con encanto, ya están quedando desfasados los espacios minimalistas, perfectos, impolutos.
Mi ultimo descubrimiento ha sido en el mundo de la fotografía. Y es que hay toda una gama de cámaras, artilugios que lo que hacen es imitar fotografías o vídeos de hace mas de 20 o 30 años. Las imágenes quemadas o desenfocadas, los colores des saturados o el sonido poco nítido parece que es lo que ahora nos llama la atención. Lo último es una pequeña cámara de video que filma imitando a las míticas super 8. Se llama Harinezumi y el éxito que ha tenido la primera edición limitada de 12000 unidades, ha obligado a reeditarla.
Todos ya conocemos el fanatismo por la cámaras Polaroid, capaces de desatar la locura cuando corre el rumor de que se van acabar los carretes y que nunca mas podremos volverlas a utilizar. Supongo que el encanto debe estar en la individualidad, en lo irrepetible. Si lo transportamos a la arquitectura vemos que cada vez es más complicado encontrar espacios irrepetibles o de una individualidad que enamora, debemos esforzarnos más en los detalles y tratar de pensar cada proyecto como irrepetible. Pensando en algún referente, se me aparecen las imágenes de los espacios intermedios de Coderch o las imágenes que crea Barragan.